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Discos en tres dimensiones

marta-sanchez-con-campamento-rumanoUna de las pocas cosas en las que soy moderno (falsamente moderno, podríamos decir) es en haber prescindido del formato físico en los discos: hace mucho que no adquiero vinilos, ni cedés, ni mucho menos esas casetes que algunos visionarios quieren resucitar. Pero, a la vez, tengo la sensación (falsamente antigua, quizá) de que las grabaciones que se editan en alguno de estos soportes tienen cierta garantía de seriedad, que no siempre detecto en las novedades exclusivamente digitales. Así que quería recopilar cuatro lanzamientos recientes que son de aquí mismo, de Bizkaia, que contienen músicas estupendas y que existen en ediciones tridimensionales, sólidas en todos los sentidos.

Empiezo por lo más antiguo, que en realidad es novísimo. Acaba de debutar en vinilo la primera maqueta de Primitivos, grupo fundamental en el rock bilbaíno de los 80. Porque, en efecto, las cuatro canciones del EP están grabadas en 1984 y en su momento no pasaron de las trescientas copias en casete, pero ahora han sido recuperadas por el sello Hanky Panky Records, que les ha sacado lustre hasta dejarlas nuevas o mejor que nuevas y las ha acompañado de un interesante fanzine de veinte páginas. Alguien podría pensar que el disco es una reliquia arqueológica, de interés exclusivo para nostálgicos e historiadores, pero sería un error: sigue sonando muy estimulante, a medio camino entre la Velvet y el punk, con las letras maniacas de Andy Montón y la guitarra imprevisible de Jon Zamarripa.

 

Ya tiene un tiempecito (no tanto como Primitivos, claro) el EP del grupo Mazmorra, que se puede escuchar desde hace meses en todos los rincones habituales pero ahora también se puede comprar en bonito vinilo. Son cinco canciones de un sugerente pop electrónico que mezcla las atmósferas inquietantes del post-punk sintético con mutaciones del reggaetón o la cumbia. Yo siempre lo califico de febril, porque, por alguna extraña razón, me hace sentirme como si sufriese alucinaciones a bordo de una barcaza destartalada en ruta hacia Iquitos. Ya es sugerir, ¿eh?

 

 

También hay cinco canciones en el debut de Buenas Tardes, Comandante, un cedé de elegante diseño («en formato Digipak de cartón de dos cuerpos, nada de las aburridas jewel case de plástico», puntualizan) que presenta una especie de surtido selecto de sus canciones. Al cuarteto se le suele colgar la etiqueta rápida de shoegaze, pero cultivan el estilo de manera creativa y no rutinaria, cuidando los desenlaces melódicos inesperados (y muy adictivos) y no solo la distorsión. A mí su música emocional, melancólica y reconcentrada me ha hecho pensar en My Bloody Valentine, pero también en Décima Víctima, Alcest o incluso, ejem, The Cranberries en la última canción, aunque supongo que eso será tara mía.

 

 

Y cerramos este variopinto bazar con Campamento Rumano, un trío singular que ha plastificado cinco canciones en un EP titulado El punk está lleno de sinvergüenzas, ese que con tanta prevención sostiene Marta Sánchez en la foto de arriba. Ellos mismos enumeran sus influencias como «Urinals, KGB, Angry Samoans, Los Reactors, Kaka de Luxe y Los Nikis», y ciertamente practican un punk oligofrénico y encantador, entre la ingenuidad y el desfase, que lo mismo remite a Devo que al sector más perturbado de la Movida.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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