En nuestra pintoresca variante de socialismo hispanicus de cuatro siglas, no está bien visto educar la excelencia, sino mantener el rasero más bajo e igual para todos los alumnos. De forma eufemística lo laman “nivelar la igualdad de oportunidades”. Y ciertamente, ese más del 40% de desempleo juvenil nivela en la igualdad. Los socialistas hablan sin sonrojo de mantener unos mínimos de calidad, cuando tenemos una tasa del 30% de fracaso escolar. Ahora, a tenor del Bachillerato de Excelencia para los buenos alumnos madrileños, portavoces socialistas afirman que Esperanza Aguirre profundiza en la segregación. Hay que fastidiarse.
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Debo confesar que mi alma socialdemócrata repudia gran parte de las ideas de la defensora del Tea Party, pero en esta ocasión considero, como el Defensor del Menor de Madrid, que es una iniciativa muy positiva. Y es que
Basta ya de demagogia, de ensalzar la igualdad de oportunidades cuando tenemos lo que tenemos. Eso es socialismo mal entendido. Necesitamos un pacto por la educación, más inversión, más ideas innovadoras y menos prejuicios.
Ahora bien, esta iniciativa premia a quienes cumplen sobradamente con los estándares académicos, pero ¿qué sucede con los alumnos sobredotados o de altas capacidades que no son brillantes porque el entorno académico no acompaña, sino que más bien los hunde? Estos no forman parte del plan de la señora Aguirre.