Mucho se ha escrito sobre la identidad de Elena Ferrante y poco cabe añadir. Ya se ha especulado suficiente sobre la profesión y hasta el origen de quien se esconde tras ese seudónimo. Da igual, lo importante es su obra, y esta ha adquirido peso y prestigio a lo largo de los últimos años.

El amor molesto es su primera novela, ahora reeditada, y ya presenta algunas de las características tanto argumentales como estilísticas que luego ha consolidado. La obra comienza cuando la protagonista, una dibujante, soltera sin hijos y que ese mismo día cumple 45 años, recibe la noticia de que su madre ha muerto ahogada. Hay un detalle además llamativo: la mujer, una costurera napolitana, de vida retirada y austera y de pocos recursos económicos, ha aparecido vestida solamente con una delicada y sexy ropa interior.

La protagonista regresa a Nápoles para el entierro y comienza a indagar en la vida de una madre de la que se alejó años atrás y con la que ha mantenido un contacto bastante débil. Y esa búsqueda en la biografía de su madre es al tiempo una dolorosa investigación en su propio pasado y en los fantasmas que van poblando nuestras vidas. Ferrante carga de símbolos su relato: la ropa y el uso que de ella se hace, la regla de la protagonista, los hijos o su ausencia, el papel en la infancia de algunos familiares… Todo está narrado con un estilo que sugiere tanto o más de lo que cuenta mientras la acción ocurre en un escenario definido (Nápoles, algunas iglesias, plazas y calles) pero al tiempo fantasmal porque el lector no halla vida en esos lugares sino tan solo sombras. La primera Ferrante ya anunciaba todo lo que luego ha llegado a ser.

(Publicado en elcorreo.com)