>

Blogs

Eduardo Angulo Pinedo

Cine, literatura y medio ambiente

Chernobyl

Fue el 26 de abril de 1986, hace 29 años, cuando el reactor número 4 de la central nuclear Vladimir Ilich Lenin, situada a 18 kilómetros de Chernobyl, hoy en Ucrania, explotó y provocó, junto con el accidente de Fukushima, el mayor desastre nuclear de la historia. Ahora siguen casi 200000 kilómetros cuadrados (como un tercio de la Península Ibérica) contaminados con isótopos radiactivos como el cesio 137, el estroncio 90 o el plutonio 239. Permanecerán por siglos en el entorno de Chernobyl, aunque con una distribución irregular. Contaminan el suelo y un punto concreto con una concentración alta puede encontrarse a pocos metros de otro lugar totalmente limpio. Por ello, un área de unos 30 kilómetros de radio alrededor de la central se convirtió en la Zona de Exclusión de Chernobyl en la que está prohibido entrar. Como afirman Timothy Mousseau y Anders Moller, de la Universidad de Carolina del Sur en Columbia y de la Universidad París-Sur en Orsay respectivamente, no hay acuerdo entre los expertos sobre la abundancia y la diversidad de la fauna en la zona de Chernobyl más afectada por el accidente.

Hay informes, sobre todo del Foro de Chernobyl, una organización oficial dependiente de las Naciones Unidas y de los gobiernos de la zona, que afirman, con fecha de 2006, que “las poblaciones de algunas plantas y animales han aumentado, y la contaminación ambiental actual ha tenido un impacto positivo en los seres vivos de la Zona de Exclusión de Charnobyl”. Según Mosseau y Moller, esta conclusión se basa en estimaciones personales y tiene una base científica limitada. Proponen repasar lo que hasta ahora sabemos, incluyendo sus propias investigaciones, y empiezan con los estudios sobre la golondrina común (Hirundo rustica) y seguirán con otras especies animales.

Es una especie con una distribución casi global, conocida y con datos que se pueden comparar con lo que encuentran Mosseau y Moller en Chernobyl. Por ejemplo, el número de mutaciones que se han encontrado en su ADN de los espermatozoides y los óvulos es de 2 a 10 veces mayor que el descrito en otros lugares. Además, hay cambios notables en la morfología y la movilidad de estas células. Las deformaciones aparecen en un 40% más que en el esperma de golondrinas de otras zonas de Ucrania y de España donde es raro que pasen del 5%. También es menor la viabilidad de los huevos y la supervivencia de los pollos.

La conducta de la reproducción de las golondrinas, especie migradora, implica que vuelva a la zona, incluso al mismo nido, en que se crió o se reprodujo el año anterior. Si se marcan las golondrinas y se cuentan e identifican cuando llegan en primavera, podemos suponer que las que no vuelven es que han muerto. En España regresan al mismo lugar el 45% de los individuos; en Chernobyl lo hacen algo más de la mitad, el 28%.

Además, las golondrinas de Chernobyl presentan malformaciones en los adultos. Hay ejemplares albinos, con colores anormales y deformidades en las plumas, sobre todo en la típica doble cola de esta especie. También hay un gran número de tumores en la cabeza, pies, pico y cabeza. Estas anormalidades aparecen en el 20% de los ejemplares de Chernobyl frente a menos del 2% en España.

En cuanto al resto de especies de aves que aparecen en Chernobyl, los autores hacen recuentos de 2006 a 2009, paseando por la zona, parando cada 100 metros y anotando las especies que observan y el número de ejemplares. El número de especies es menos de la mitad del esperado y, en número de ejemplares, es menos de un tercio. No todas las especies se ven afectadas por igual e, incluso, hay algunas en las que hay más ejemplares de los esperados. Es un tema a investigar más a fondo.

También desde 2006, Mousseau y Moller han estudiado la abundancia de otros grupos animales como insectos, incluyendo abejas, saltamontes, mariposas y libélulas, anfibios y reptiles, y en todos los casos las poblaciones han disminuido. En grandes mamíferos, como alces, ciervos, osos y lobos, la población también ha bajado después del estudio de sus huellas en la nieve recién caída.

El 11 de marzo de 2011 se inició el accidente en la central nuclear de Fukushima, en el Japón. Para nuestros autores expertos en Chernobyl, Mousseau y Moller, ha llegado el momento de comparar sus resultados de Ucrania con lo que está ocurriendo en el Japón. Para ello organizan un recuento de fauna en los alrededores de Fukushima con el grupo de Isao Nishiumi, de la Universidad Rikkyo de Tokyo.

En total muestrean 898 lugares entre 2006 y 2009 en Chernobyl, y 300 sitios en 2011 en bosques al oeste de la zona de exclusión de Fukushima. Cuentan aves, arañas (el número de telas de araña), saltamontes, libélulas, abejorros, mariposas, grillos, anfibios, reptiles y mamíferos.

Como vimos en el trabajo anterior, en Chernobyl todos los grupos animales bajan en número de ejemplares. En cambio, en Fukushima solo lo hacen tres de los siete muestreados: aves mariposas y grillos. Incluso las arañas son más abundantes.

Los autores suponen que en Fukushima se han hecho los recuentos a los pocos meses del accidente con lo que hay más radioactividad en lugares más concretos. En Chernobyl, el mayor peligro para las especies es el número de mutaciones y las malformaciones que provocan. Su acumulación, después de tantos años del accidente, hace que los peligros sean mayores pero más lentos. Proponen la hipótesis de que lo que pasó en Chernobyl ocurrirá dentro de un tiempo en Fukushima.

 

*Moller, A.P. y 4 colaboradores. 2013. Differences in effects of radiation on abundance of animals in Fukushima. Ecological Indicators 24: 75-81.

*Mousseau, T.A. & A.P. Moller. 2011. Landscape portrait: A look at the impacts of radioactive contaminants on Chernobyl’s wildlife. Bulletin of the Atomic Scientists 67: 38-46.

Temas

La percepción social del medio ambiente a partir del tratamiento que recibe en el cine y la literatura

Sobre el autor


marzo 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031