>

Blogs

El mirador del indiano

Militarismo Americano y M*A*S*H

Aquellos “veteranos” de mi generación aficionados al buen cine, seguramente recordarán una magnífica película dirigida en los años 70 por Robert Altman y protagonizada por un brillante elenco entre los que podríamos destacar a Donald Sutherland, Elliott Gould, Robert Duval, Tom Skerritt y Sally Kellerman. El título es M*A*S*H (Siglas de los hospitales móviles del ejército de EEUU.)

Esta película en la que muchas de las escenas fueron improvisadas por sus actores, y pese a que fue estrenada sin ningún tipo de promoción, pronto alcanzó un éxito de taquilla que por lo inesperado, sorprendió y de qué manera a propios y extraños.

La película en cuestión, hizo las delicias de los amantes del buen cine en general y de todos los que sufrimos ese marcado sentimiento de rechazo al “ordeno y mando” o dicho sencilla y llanamente a toda relación con lo cuartelario..

La cinta trata de forma grosera e irreverente el dramático tema del conflicto bélico, desde la óptica de unos cirujanos (asimilados militares) destinados en aquella guerra ya olvidada de Corea, que por sistema, desafían órdenes, reglas y jerarquías.

El método (locura) que se empleó en M*A*S*H no es otra cosa que interpretar estrictamente hasta reducirla al absurdo, la petulancia del ordenamiento canstrense. Se trata a mi modo de ver, de una despiadada critica al militarismo en el sentido más universal del término, dando rienda suelta al sufrimiento, dolor y rabia de esos soldados que son enviados al matadero “legal” bajo las órdenes de sus jefes militares cuya pompa y circunstancia detestan a rabiar. Hasta aquí, la concepción diria mayoritaria del norte americano respecto al sentimiento militarista, pero ¿que piensan de ello sus vecinos del sur del continente?

El caudillo necesario

Uno de los rasgos, digamos que común de las culturas latinoamericanas, es por desgracia, precisamente lo contrario. No destacan los latinoamericanos por reírse de buena gana a costa de lo militar. Desde que los próceres de la independencia propagaron con su exaltación y liturgia la cepa del militarismo por el sur del continente, el caudillismo que le siguió, encontró terreno fértil en el vacío de poder surgido tras las guerras de independencia, siendo así Latinoamérica marcada y condenada a una reverencial unción de lo civil por lo militar.

El militarismo en Latinoamérica no es un fenómeno accidental o ajeno a la realidad política de la región, sino que constituye una de sus constantes más significativas. En teoria, el ciudadano no tiene más que apoyar la tesis, técnicamente correcta, que lleva a cabo una élite profesional de supuestos honrados patriotas militares, y lo demás llega por añadidura.

Es por lo tanto la secular y principal tarea-misión interior del ejército, la de erradicar las corruptelas e ineficiencias de los gobiernos civiles, haciendo supuestamente con ello posible una política eficaz de progreso y desarrollo. Lo que desde luego jamás ha ocurrido y que por el contrario ha sumado siempre más ineficiencia, más corrupción y más sufrimiento de las que ya existían.

La historia del sub-continente americano, está plagada de ejemplos de una curiosa disposición de muchos civiles (incluidos presidentes) a tratar de “asimilarse” al mundo militar. En un principio son civiles los que alcanzan el poder político, tanto por la vía del derecho democrático como por la del hecho revolucionario, pero poco después los vemos con el título de caudillo adquirido a “pulso”, y de ahí a la autopromoción de Supremo Comandante solo hay un pequeño paso.

Podríamos citar también un caso, que por cercano a lo anterior, quiero señalar: Fidel Castro Ruz, abogado (civil) que una vez derrocado el Dictador (militar) Fulgencio Batista, irrumpe en el poder como nuevo Comandante, siendo posteriormente autonombrado General supremo de las Fuerzas Armadas de Cuba.

Esta aberración es la que explicaría, el cómo y el por qué de muchos gobernados y también gobernantes, civiles en origen, que poco o nada tendrían que deberle a sus compratriotas militares, acepten espontáneamente y de buen grado la vía uniformada como “solución final” a los problemas (civiles) que toda democracia que funcione como tal conlleva.

Muchas dictaduras Latinoamericanas, no hubieran sido posibles sin la anuencia y complacencia de la sociedad civil, que entregó en bandeja de plata el gobierno de su nación al estamento militar como “solucionador” de sus males. Son pues los latinoamericanos, distintos hasta en eso a sus vecinos del norte.

En América Latina hay una ceguera endémica casi general para esa inagotable fuente de risa, transformada en pesar y fustración, que ha sido la supremacía moral de los militares, sean populistas, radicales de derecha, liberales o eventualmente asimilados a las Fuerzas Armadas de sus respectivos países.

De todo lo anterior se desprende que si no fuera por los males y sufrimiento que se añaden para conformar un resultado final siempre negativo, el tema militar Latinoamericano, daría para un buen guión cómico cinematográfico, mejor incluso al M*A*S*H que me ha ocupado hoy.

Solo que la materia militar al sur del río grande, no es ni mucho menos, cosa de chiste. Por el contrario, es un asunto para ser tratado muy en serio, y más cuando los sempiternos fusiles son convenientemente aceitados con abundante petróleo “revolucionario”.

Cantaclaro

Temas

Sobre Venezuela en estos infaustos tiempos de supuesta revolución...

Sobre el autor


noviembre 2009
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30