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Janire Prudencio

Una científica vasca en la Antártida

Iguazú: de -2ºC a 38ºC, ¡qué calor!

Aprovechando que estos días parece que ha vuelto el invierno con tanto frío y tanta lluvia, yo os voy a trasladar a Iguazú, al calorcito, casi hasta los 40ºC…¡casi nada!

Tengo que confesaros que mi viaje a Iguazú no comenzó muy bien. Había un novato en la recepción del hotel que olvidó decirme que el guía contactó con el hotel para que me informaran de que pasaría a recogerme a las 9.30 de la mañana. Así que como no sabía a qué hora pasarían a recogerme, me tuve que levantar a las 5 de la mañana, que eran las 9 de la mañana en España, para contactar con mi agencia para que me diera el nombre de la agencia con la que hacía el viaje e intentar localizar al guía. Al final todo se resolvió y pude visitar las cataratas, ¡menos mal! Aunque bueno, si mi guía no aparecía tenía un plan B que era coger un autobús urbano que me dejaba en el mismo parque…

Así que después de respirar hondo durante un buen rato me monté en el coche con mi guía (sí, tenía un guía para mi sola, porque yo lo valgo, jeje). Nos fuimos a visitar el lado argentino de las cataratas de Iguazú. Antes de nada deciros que no penséis que iba aún con mis botas de monte y mi cortavientos rojo que de tanto frío me ha salvado en la Antártida, ¡nooooo! Metí en la maleta unas sandalias y unos pantalones cortos que me salvaron de morir achicharra en Iguazú, ¡menos mal!

El parque es espectacular. Yo que había estado durante casi dos meses sin apenas ver un árbol, meterme de repente en la selva, eso sí que fue un cambio radical… En el parque existen dos trenecitos que te llevan desde la entrada al parque a la zona de las cataratas y otro que te lleva a la garganta del diablo. Evitamos el primer tren y fuimos por una senda por mitad de la selva que la verdad mereció mucho la pena y luego cogimos el tren a la garganta, que ese sí que es imprescindible. Tuvimos que pasar por varias pasarelas de metal antes de llegar, mientras nos cruzábamos con gente que venía empapada. ¡Qué raro! ¿Se habrán dado un baño? No, bueno sí… No literalmente pero es tal el volumen de agua que tiene la garganta del diablo, que con un poco de aire que se levante…acabas empapado tú y tu cámara, ¡doy fe! No tengo palabras para describir ese salto de agua, es de verdad una garganta, una garganta de un gigante bebiendo agua, o algo así…algo espectacular. Saqué un montón de fotos, porque en ninguna me salía la garganta entera, si hay algo que la define es que es impresionante.

Después de ver la garganta volvimos a coger el tren y fuimos a ver los demás saltos. Que si os digo la verdad, hubiera preferido ver los saltos antes, porque ahora todos me parecían chiquititos… Pero la verdad es que el paisaje es impresionante también. La única parte del parque que no visitamos fue una isla que hay en mitad del río. Era un poco rollo porque había que coger una zodiac, después subir un montón de escaleras y únicamente se veía el salto San Martín, aunque seguro que por las fotos que he visto, merece mucho la pena.

Me quedó por ver la parte brasileña de las cataratas de Iguazú, pero…

¡lo dejamos para el próximo viaje!

 

 

 

 

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