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Jon Garay

Aletheia

¡La que liaron en el Xerox PARC!

“Xerox pudo haber dominado toda la industria de la informática. Pudo haber sido una empresa diez veces más grande de lo que es. Pudo haber sido la IBM de los ochenta. Pudo haber sido la Microsoft de los noventa”. Estas palabras fueron pronunciadas por Steve Jobs en 1996. Si hoy uno busca a su alrededor el logotipo de Xerox, lo encontrará básicamente en las fotocopiadoras, faxes, scanners y folios. Éste fue su núcleo de negocio desde que Chester Carlson ‘inventó’ la fotocopiadora moderna en 1959. (Una muestra de lo ligada que está esta empresa al papel es que en inglés ‘xerox‘ es sinónimo de ‘fotocopiar’). ¿Y qué tiene que ver todo esto con la informática? Pues que el Word, la interfaz gráfica, el ratón, Ethernet, los editores de vídeo, el sistema de carpetas e iconos, el ordenador personal, los portátiles y la impresora láser salieron de las entrañas de un laboratorio fundado por esta empresa, el ‘Palo Alto Research Center’, más conocido como Xerox PARC.

Joe Wilson, uno de las leyendas empresariales estadounidenses, vio en los años sesenta que el futuro de su empresa no podía quedarse anclado en el negocio de las fotocopias, un sector que por entonces monopolizaba. Junto a Peter McColough, por entonces principal ejecutivo, impulsó la creación de un centro de investigación que estuviera al margen, al menos en un primer momento, de las presiones de crear productos de cara al mercado. Lo que pretendían era crear la oficina del futuro, adelantarse a los tiempos.

Para ello ficharon a lo mejor de lo mejor aprovechándose de la situación a finales de los sesenta. Desde la II Guerra Mundial, Estados Unidos había invertido mucho dinero en investigación. ARPANET, el embrión de Internet, fue uno de sus frutos más importantes. Pero la situación había cambiado y el hasta entonces manirroto fondo federal comenzó a menguar. Así es como se abrió la brecha para el sector privado. Directamente del proyecto ARPA llegó Bob Taylor, un psicólogo especialista en la interacción entre ordenadores y humanos que sin mayores credenciales técnicas se convirtió en el director del Laboratorio de Ciencias Informáticas, dedicado al hardware y el más importante de los tres creados inicialmente (los otros dos fueron el Laboratorio de Sistemas, orientado al software, y el Laboratorio de Ciencia Básica o Generak, dedicado a la física en estado sólido).

El gran plus que aportaba Taylor es que conocía a gran parte de los mejores cerebros dedicados a la por entonces naciente informática; en otras palabras, no sabía construir un ordenador o programar, pero podía atraer a quienes mejor sabían hacerlo. Fueron dos los núcleos de donde procedió buena parte de los miembros del PARC: el equipo ligado a Douglas Engelbart, conocido entre otras cosas por inventar el ratón, y la universidad de Berkeley, de donde llegaron Peter Deutsch, Butler Lampson, Chuck Thacker o Charles Simonyi. También trabajó en el PARC otro de los grandes visionarios de este campo, Alan Kay. Y Bob Metcafle. Y Richard Shoup. Y John Warnock. Y Chuck Geschke. Y Larry Tesler…

Pues bien, durante unos años, toda esta gente se dedicó a fundar las bases de lo que todo ordenador tiene en la actualidad. Pantalla, teclado, ratón, interfaz gráfica, iconos, procesador de texto (se le llama WYSIWYG, es decir, What You See Is What You Get, es decir, lo que ves es lo que obtienes. Las sucesivas versiones se llamaron Bravo y Gipsy y hoy lo conocemos directamente como Word), editor de vídeo, impresora láser… La cuestión es que por una razón o por otra, Xerox no sacó partido de lo que tenía entre manos.

La visita de Apple

El momento clave para la explosión de todo este talento fue la visita del equipo de Apple al PARC en diciembre de 1979. Por entonces, la empresa de Steve Jobs y Steve Wozniak sólo tenía unos cuarenta empleados, pero iba a salir a bolsa y las expectativas eran muy altas. Xerox quería participar en Apple y a cambio aceptó que los ingenieros de la manzana visitasen su laboratorio de investigación (al parecer fue Jeff Raskin, el padre original del proyecto Macintosh y después desplazado por el ‘jefe’, el que convenció al propio Jobs y Wozniak, recelosos de las grandes corporaciones desde que HP rechazó el Apple I de ‘Woz’ cuando éste trabajaba para ellos ). Lo que vieron allí les dejó asustados. Aquello no podía seguir confinado en unos laboratorios. Así empezó la carrera de los ordenadores por llegar a ser tal y como son hoy.

Seguramente pocos de los nombres citados aquí sean conocidos fuera del mundo de la informática, pero basta mencionar algunos de sus logros para apreciar la asombrosa cantidad de talento que reunió el PARC. Alan Kay teorizó ya sobre los ordenadores portátiles cuando las computadoras todavían era casi tamaño habitación; Charles Simonyi dejó el PARC para unirse a Microsoft y crear el Word -por eso es millonario, ha viajado al espacio…-; John Warnock y Chuck Geschke acabaron fundando Adobe; Richard Shoup creó el Superpaint, considerado el primer sistema que permitía editar vídeo como se hace en la actualidad; Alvy Ray Smith co-fundó Pixar; Robert Metcafle inventó – y se hizo millonario con- Ethernet, el cable de red por el que casi todos nos conectamos; Butler Lampson y Charles Thacker acabaron en el Departamento de Investigación de Microsoft; Larry Tesler pasó a Apple y trabajó en los proyectos Lisa y Macintosh… En resumen, ¡vaya la que liaron en el Xerox PARC!

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